lunes, 26 de octubre de 2009

TE DIRÉ QUE NO ME ACUERDO

Te diré que no me acuerdo
de tus ojos esa tarde,
pero a un tren que retrocede
le he pedido tu mirada.
Se detiene sobre mí
astillando las sienes el recuerdo
que alguna vez
acarició su iris.
Lo desviste de brumas
sobre un sol que se instala
en tus pestañas
y resbala por mi cuerpo
como entonces.


ALICIA HERNÁNDEZ EMPARANZA.

PORQUE SOY CAPAZ.

Porque soy capaz
de morder la luna,
de tender mi pecho
en tu madrugada,
de romper el aire
con mis aspas tristes,
aquietar la llama
cuando pulsa ausencia.
Porque soy capaz
de vivir
por tus ojos puros
deslizando asombros.
Porque soy capaz de tomar tus manos,
entregarte el alma,
apretar el beso
que rueda en mis vértebras
dejándome muerta y vencida.
Porque soy capaz
de amarte
hasta ser un soplo
que tiembla en la arena,
un dejo de nácar
tiñendo tu pelo,
un gesto amoroso
pidiendo ternura.
Porque soy capaz
de ser un latido
que expira en tu pecho
por eso soy y vivo.


ALICIA HERNÁNDEZ EMPARANZA.

INDÁGAME.

Indágame
entre la daga
que en mi sien anida
y este vacío
que es temblor de escarcha.
Haz flotar mi desnudez
en la esquina exacta
que triza el silencio.
Acalla la voz
antes que la palabra
llague la garganta
suicidada,
exprime
tu cápsula de ternura
sobre mi ávida geografía
y me verás,
duende recurrente
de todos los sueños,
erigirme en reina
suspendida
de tu hilván dorado,
explorar la cinta opaca
de la noche
y bañar de lunas
su espumosa orilla,
columpiar tus ojos
entre piel y cielo
y abrir de la montaña
sus cráteres
para arder en ellos
hasta que, desangrados,
la rosa del adiós
nos lleve.


ALICIA HERNÁNDEZ EMPARANZA.

AVISPA

Soy avispa que te roza,
caracola entre tus músculos,
fugitiva del zarpazo
que la ausencia asestara
en la pulpa doliente,
terciopelo que expande
por tu cuerpo
su danza de odalisca
y amordaza la tristeza
y la devuelve
al helado surco
en que naciera.
Sedienta, avara,
el estridente acopio
en que subyace
la voz del huracán
que ruge y pide
desata
su preludio de estertores
en la fulgente daga
que derriba.


ALICIA HERNÁNDEZ EMPARANZA.

CUANDO ME HABITAS

Cuando me habitas
se detiene el silencio
embelesado
sobre cada copa
en que enmudeces
todos los letargos
del olvido.
Cuando me habitas
todos los resortes
de la aurora
explotan
en los mares del asombro.
Cuando me habitas
entre tus nudillos y mi cuerpo
el vértigo, la magia,
el infinito
saeta en que convergen
mis audacias,
zumo en que navego
por los muelles acuosos
de tu dermis.
Cuando me habitas
y en miel y burbujas
serpenteas mis parajes,
soy un rayo
que se enquista
en tus pupilas
y gesta la barbarie
de extraerte el corazón,
sin que un hilo de sangre
lo conmueva
al traspasar tu piel
hacia mi alma.
Cuando me habitas
todas las ternuras
convergen en mi pecho
y es un cielo
que derramam sus esencias
sobre el tráfago feroz
de cada día.
Cuando me habitas
somos vida
en los telares del futuro,
homicidas del vacío,
trastocando en terciopelo
los escombros.
Cuando me habitas
tu piel es la piel
que mi sangre baña,
tu voz, la única nota
que desborda mi pulso
sobre un mar voluptuoso.

ALICIA HERNÁNDEZ EMPARANZA.

NINGUNA

Ninguna
amasó estrellas en tu pecho,
ni resbaló de amor
por tus recodos
dejando el corazón
como tributo.
Ninguna
pulverizó piedras
acariciándote,
ni supo de las voces
que la ternura puso
en tu latido,
ni a nadie
has dado el sol
si no es a mí.
Sólo yo
camino sigilosa
por tu noche
y despacio, muy despacio,
me hago dueña
de tu alma.

ALICIA HERNÁNDEZ EMPARANZA.

VIAJO CADA DÍA

Viajo cada día
los bosques de la ausencia
y a su sombra cobijo
mis alas de cristal.
A veces un frío

me deshace las vértebras
y una lágrima empapa
las raíces del sol.
Otras
un volcán de colores
me revienta en el pecho
y recojo tu mirada
en el atardecer.
Rotos los candados
del silencio,
mi voz se hace caricia
besada por tus labios.
Ya no hay distancia,
somos, amor, más poderosos.

ALICIA HERNÁNDEZ EMPARANZA.